EVA EN PENÚLTIMO ESCALÓN
Eva llora de espaldas.
Sola.
Se inclina suavemente hacia el sur
y aprieta las manos embadurnadas contra la cara
y aprieta las piernas también.
Una fantasía infantil,
de reventarse el cáncer contra el útero,
la alivia en estos momentos huérfanos.
Eva llora de espaldas
Extrema.
La habitación enorme, la mujer pequeña.
Un chorro triangular de luz de tarde
pone en blanco algo de terciopelo y raso.
Pero ella está a oscuras, del otro lado,
siempre está a oscuras y del otro lado.
Eva llora de espaldas.
Huracanada.
(cuando llora por ella, es por sus pobres).
Se dobla mientras aprieta
las manos violentas contra el útero.
Está enojada, está partida, está angulada.
¿Se trata apenas de una mujer vencida?
Eva llora de espaldas.
Mojada.
A la orilla de su hombre diluído,
pobre hombre, pobre,
fuera de tu catedral, finalmente, huye
y vos, ya tan definitiva, no querés verlo así,
¿verdad? no lo soportarías.
Líquido, pobre hombre líquido.
sentís los pies húmedos y de vuelta el frío.
Qué frío que hace siempre en Eva.
Eva llora de espaldas.
Siempre.
¿Por qué llorás Eva?
(cuando llora por sus pobres, es por ella)
Me llama la atención su espalda mínima
¿Cómo hace...?
Está aterrada, está presa, está abandonada.
Eva .
Sola.
Extrema.
Huracanada.
Mojada
Siempre.
De pronto vuelve, está volviendo.
Se ha quedado mirando el ventanal enorme y ya no llora.
Piensa, piensa.
(cuando piensa en sus pobres, piensa en ella)
No me animo siquiera a moverme detrás suyo
Se para y recompone su aspecto, frente a un espejo muerto.
¿A dónde vas, Eva? -me animo-
A terminarme -me responde, dura-
Cuando pasa junto a mí, ya está inmensa.